Escucha más y habla menos

Yo siempre he sido así: no suelo tener una opinión muy formada sobre temas controvertidos y, aunque la tenga, no suelo compartirla. Nunca he hablado demasiado, sobre todo en momentos en los que no hay que hablar. Me gustaría argumentar por qué esta actitud es la más óptima para avanzar en la vida y ahorrarte muchos disgustos. Primero hablando de las relaciones personales, luego del aprendizaje ideas: No discutas, aprende de los que saben más, no hables sin saber (vale más no tener una opinión que tener una que no esté fundamentada)

La importancia de escuchar en las relaciones personales

En primer lugar, hablar mucho se puede convertir en discutir. Las interrupciones, los gritos y alterarse es propio de personas firmes en sus ideas y que no están dispuestas no solo a no cambiar de opinión, tampoco a escuchar la de los demás. Esta actitud inmadura conlleva serios problemas entre amigos, familiares, parejas y compañeros. Hay una cosa que me hace mucha gracia de este tipo de personas, y es que hay veces que ni siquiera quieren arreglar las cosas, solo quieren pelear por orgullo. Esto es verdaderamente lamentable y la solución es escuchar. Cuando escuchas a la otra persona bajas la tensión y haces que la otra persona se sienta escuchada, lo que va a mejorar también su disposición a escucharte y a arreglar las cosas en caso de problemas. A veces, aunque la otra persona no tenga la razón es mejor callarse: sé inteligente y no te pongas a su altura con los gritos y el orgullo. Simplemente escucha y encontrarás la respuesta definitiva o la forma pacífica de hacer que entre en razón. Si aún así no hay manera y amas a esa persona reflexiona este frase: «¿Qué prefieres, perder una pelea o perder una persona? También hay que decir que hay algunos temas que es mejor no tratar porque son controvertidos y suelen llevar a discusión, habría que evitarlos o tratarlos con cuidado. Estos son: política, religión, derechos humanos (en este entran temas como la igualdad, pena de muerte…) y la economía (capitalismo, dinero…).

Jamás hables sin saber

No hables sin saber, no merece la pena. Si crees que tu opinión no está bien formada sobre un tema, una persona, un evento… no la digas. Las opiniones se tienen que incubar y afinar, no puedes decir lo primero que se te venga a la cabeza, eso sería insultar a tu propia inteligencia. Siempre me pasa una cosa y cada vez soy más consciente: muchas veces cuando alguien va a decir algo o cuando alguien me pregunta sobre algo, yo siempre estoy a punto de decir una respuesta completamente precipitada o incorrecta. Normalmente me callo, pero hay veces que se me escapa, por ejemplo, una opinión sobre otra persona que el que me preguntó no se esperaba. Por ello, prefiero mantenerme callado aunque crea que sé la respuesta.

Por otra parte, las opiniones no se forman de la noche a la mañana, requieren de experiencia y de conocer las otras opiniones también. Al igual que antes de escribir literatura tienes que leer literatura, antes de opinar tienes escuchar opiniones (claro, esto si lo quieres hacer bien). Necesitas conocer todas las opiniones respecto a un tema porque estas son las posibilidades que forman el entramado alrededor de un tema y todas o ninguna te pueden convencer. Además, no todas las opiniones son válidas, soltar una barbaridad podría ser catastrófico. Por esto, vale más no tener una opinión que tener una que no esté fundamentada, o por lo menos no la compartas.

Forma tus opiniones escuchando

Por otra parte, busca a los profesionales en el campo del que quieres aprender y disfruta escuchándolos. Mantén una mente abierta al cambio: no tengas una idea porque es la que encaja con lo que las otras personas esperan de tí, por el contrario fórmala poco a poco y atendiendo a tu criterio. Sé humilde: nunca, aunque sepas más de otra persona sobre algo, te creas más listo. Escucha a la otra persona siempre, porque yo soy fiel defensor de que todo el mundo tiene algo que contar y de todo el mundo hay algo que aprender. A veces será difícil detectar esos aprendizajes, pero es imposible hacerlo si no escuchas a la otra persona. La escucha activa facilitará el proceso. Ya que tus opiniones las tienen ya otras personas, deja que sean ellos quienes se peleen. En efecto, en un debate aprende más el espectador que los participantes, porque el espectador ve todo con perspectiva: es capaz de comprender cómo razonan las personas y por qué tienen esas opiniones. Infórmate y escucha. Haz que te quieran escuchar siguiendo este consejo: cuanto menos hables, menos chorradas soltarás y más joyas dirás.

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