Mi peor jornada de liga

Introducción

Este sábado pasado tuve jornada de liga de tenis de mesa y fue una experiencia horrible (para nada era la primera vez que iba, pero sin duda ha sido la peor). Primero os explicaré lo que pasó, cómo reaccionamos mi equipoy los rivales y los aprendizajes que saco de esto. Y no, no se trató simplemente de un mal día.

El suceso

Mi equipo y los otros equipos (ese día jugamos seis equipos) llegamos como de costumbre unos 50 minutos antes para preparar todo, ya que jugábamos en casa, y para calentar. Estábamos calentando y llegaban los equipos rivales de todos nuestros otros equipos del club menos nuestros rivales (en nuestro club hay tres equipos y ese día jugábamos los tres). Llegada la hora del comienzo del partido no habían aparecido nuestos rivales. De hecho, estuvimos pensando seriamente que no vendrían y que era una victoria fácil. Sin embargo, pasados 40 minutos del comienzo llegaron (nosotros llevábamos una hora y media allí). La verdad que en parte era culpa nuestra porque el pdf donde estaba la dirección del lugar en cuestión era confuso, pero aunque parecieron entenderlo, uno de ellos (un señor de unos 55 años) tuvo un roce con un chico de nuestro club de otro de los equipos que jugaba por este motivo.

A pesar de eso pensamos que no pasaba nada, jugábamos y nos íbamos sin mayor problema. Pero cuando yo estaba jugando contra el rival que se había enfadado antes, empezó a quejarse por todo: que si la iluminación era muy mala porque reflejaba en la mesa y no se veía nada, que si la red estaba baja y floja, que si el suelo le resbalaba, que si no tenía espacio suficiente por culpa de una columna…. En efecto, él no estaba contento con su juego y según él no era culpa suya, si no nuestra y de nuestro lugar de entreno. Acabó ese partido ya muy disgustado. Encima, durante su segundo y último partido contra mi compañero no paró de repetir lo de antes. Cada vez se quejaba con más frecuencia, hasta el punto de hacerlo tras cada punto y en voz alta. Cuando iba perdiendo 0-2 en sets y 5-8 en puntos en el tercer set, un chico de otro equipo de mi club que estaba mirando dijo algo así como que dejase de quejarse porque el partido estaba ya por terminarse. El rival se enfadó tanto que aunque le quedasen 3 puntos para perder ABANDONÓ el partido: me dio la mano (yo era árbitro en ese partido) con rapidez y se sentó en su banco a pesar de que sus compañeros le intentaban convencer de que aquello era un error.

Durante el calentamiento del siguiente partido, en el que el hombre en cuestión ni siquiera participaba, se dedicó a hacer fotos a la luz, a la red, al suelo, a la mesa y a la pista con intención de incomodarnos y quejarse a la federación por una supuesta violación de los estándares de los materiales y otras circunstancias. Pero es que además, finalizando el último partido, en el que tampoco participaba, la encargada del tenis de mesa en el colegio donde jugamos se dio cuenta de que el hombre miraba una de nuestras pelotas y de que se la metía en el bolsillo. Fue entonces cuando ella descargó toda su ira y le criticó por sus repudiables acciones de ladrón y de poca deportividad con esa edad.

Reflexión

En primer lugar me gustaría destacar que con este señor yo ya había jugado como visitante en la ida, más o menos en octubre. Al tratarse de su lugar de entreno no pudo utilizar las excusas ya mencionadas, pero aún así también se enfadó y ya se notaba que no era «especialmente majo». Supongo que entonces este hombre se enfadará cada vez que juega como visitante porque las condiciones son «ligeramente diferentes» a las que está acostumbrado. Pero yo creo que ahí está también la magia del tenis de mesa y de los deportes en general: unas veces te encontrarás lugares con menos espacio, lugares muy fríos en los que para entrar en calor tienes que calentar media hora y otras veces te tocará contra jugadores y equipos enteros que gritan tras cada punto. Está claro que el tenis de mesa está lleno de sorpresas que van desde la pala del oponente y su estilo hasta veces en las que los rivales colocan una cámara que te estará grabando constantemente. Por ello es tan importante saber adaptarse y mantener la concentración y la calma, sobre todo cuando no juegas como local, que es cuando más te pueden sorprender y más incómodo puedes estar.

Por otra parte, que nuestro equipo tan joven (donde el jugador con la máxima edad ese día era 21 años) tenga que dar lecciones de deportividad y de saber comportarse a un adulto que probablemente tenga hijos e incluso nietos es muy lamentable. La imagen que da es de puro egoismo e ignorancia porque no piensa en el bien de su equipo, de su reputación, de su relación con los demás y de cómo afronta los problemas. Es muy fácil echar la culpa a los demás, y creo que puedo deducir por qué este tipo lleva jugando más de diez años probablemente mejorando lo mínimo y rindiendo poco: porque no sabe aceptar sus errores y cada vez que le pasa algo o alguien le reprocha o aconseja solo sabe enfadarse e ignorar a la otra persona. Yo realmente temo qué tipo de educación a dado a sus hijos, qué valores ha transmitido a su familia y amigos, porque creo que alguien así y con esa edad es muy difícil de transformar, pero si no es demasiado tarde las personas más cercanas a él podrían darse cuenta de su implacabilidad y alejarse. Porque alguien joven con esa testarudez puede cambiar, pero cuando se trata de alguien ya mayor es algo más preocupante.

Creedme que soy consciente de que era una jornada de liga (con puntos en juego), pero este hombre exageró demasiado las circunstancias e intentó hacernos sentir culpables de ellas (igual era una estrategia para desconcentrarnos, ahí no entro). Siempre deberían ir los valores como la empatía y la deportividad antes que la competitividad y las ansias por ganar, de otra forma en este deporte que se juega por equipos aunque los partidos sean de uno contra uno, nunca se progresará. Por ejemplo, cuando en fútbol alguien ha tenido una lesión grave aunque los jugadores rivales tengan la oportunidad de meter un gol deberían parar el juego por respeto hacia el jugador, hacia el equipo rival y hacia el deporte en general. No hace falta que todos los jugadores sean mejores amigos, pero el respeto es un mínimo que deberían cumplir todos los deportistas aunque no se especifiquen sus sanciones (es muy difícil poner límites), es la regla no escrita más importante.

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