la ciencia no es perfecta

La ciencia es la construcción de conocimiento a partir de la observación y la inducción de teorías y leyes para predecir en mayor o menor grado acontecimientos y fenómenos. Esta trata de ser objetiva y universal: objetiva para no caer en el sesgo humano y universal para que pueda ser aplicada en cualquier momento y parte del universo. Sin embargo, la ciencia también busca ser útil y no quedarse en un plano intelectual y comprensivo. Esto es así porque su objetivo es el beneficio de la humanidad.

A medida que avanzamos en ciencia nos damos cuenta de que hay cambios y dificultades nuevos que hay que superar. Estos a veces pueden ser explicados por las teorías actuales, pero quizá no. Es por ello que la ciencia no es perfecta y sus teorías no son infalibles, sobre todo si hablamos de ciencias sociales, puesto que la libertad del ser humano puede saltarse cualquier tipo de predicción. Fue durante el siglo XX cuando se aceptó que la ciencia no es perfecta, en gran parte al descubrir que las leyes de Newton son poco eficaces para estudiar grandes objetos como planetas y estrellas (por ello se descubrió la teoría de la relatividad) y cuerpos tan pequeños como electrones (la mecánica cuántica trata de explicar el comportamiento de este tipo de partículas).

La ciencia es frágil

Para algunas personas es difícil creer que mañana mismo se podría descubrir una nueva teoría mejor que la teoría de la relatividad. La segunda podría llegar a ser desechada y no porque sea falsa, pues está comprobada experimentalmente, sino porque se sustituya por una más completa que explique más fenómenos y tenga menos limitaciones. Incluso las personas más brillantes se han equivocado y han metido la pata (y mucho).

Por ejemplo, Lamark explicaba la evolución diciendo que los seres vivos decidían atrofiar o hipertrofiar sus órganos según su uso o desuso y que transmitían estos cambios a la descendencia para adaptarse a los cambios. Pero es que hasta Einstein se equivocó diciendo que el universo era estacionario: creía que no se expandía ni disminuía. No hay que culparles por esto, porque sus fallos han servido para mejorar, pero si que hay que darse cuenta de que la ciencia puede tener errores.

Por qué admitir que la ciencia falla es importante

En realidad, es gracias a esos fallos, a desmentir teorías y a adoptar nuevas que hay progreso. Esto es porque el hecho de no comprender algo y no poder explicarlo con la ciencia actual nos impulsa a encontrar nuevas teorías. También se trata de aplicar nuevas teorías de la ciencia a mucho ámbitos como la tecnología, la salud, la supervivencia…

Gracias a esta ambición por la mejora constante y aparentemente infinita somos capaces de construir naves que nos lleven a colonizar la luna, a crear curas contra las enfermedades más mortíferas y a erradicar la pobreza en el mundo creando nuevos alimentos y suministrándolos, y todo esto es gracias a la ciencia. Cada vez vivimos más y morimos menos: la inmortalidad parece más factible que nunca, y todo gracias a la prueba y error de la ciencia; porque no llegaríamos a ningún avance científico sin haber desechado antes cientos de teorías y haberse equivocado miles de veces.

Conclusión

La ciencia nunca da ni dará verdades absolutas y tampoco podrá explicar todo lo que se pregunta un ser humano. En definitiva, la ciencia es necesariamente imperfecta, y es por eso que tiene la capacidad de mejorar nuestras vidas y de perpetuar la especie humana gracias a la búsqueda incesante de la comprensión y la explicación de fenómenos por medio de nuevas teorías y a la aplicación de estas.

De hecho, si quieres leer más sobre cómo los errores inducen el éxito pero aplicado más a la vida personal y social, lee este otro artículo: Los errores inducen el éxito

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